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COVID-19: análisis y recomendaciones

La naturaleza de los virus.

Los virus representan la forma más elemental de vida, básicamente consisten en una cadena de ADN o ARN contenida en una cápsula de proteínas, a su vez esta partícula viral puede estar envuelta por una especie de membrana lipídica.

Para su desarrollo y reproducción los virus requieren necesariamente de la estructura celular de un huésped, por esto se los define como parásitos intracelulares obligados.

Los virus no poseen núcleo, citoplasma, mitocondrias ni otras organelas.

Según el tipo de células que infectan se los denomina virus humanos si lo hacen en células humanas, que a su vez se incluyen dentro de los virus animales; virus bacteriófagos (o simplemente fagos) si actúan sobre bacterias; y, por último, virus de plantas si infectan células de plantas.

Los virus tienen un tamaño entre 100 y 1000 veces menor al de las células que infectan. Los hay desde 20 nm de diámetro (1nm = 10-9 m) hasta 300 nm. En general pasan los filtros diseñados para retener bacterias y este es un criterio para aislarlos y clasificarlos.

Coronavirus:

El coronavirus es una variedad de virus del grupo parainfluenza similar a los de la influenza (gripe). Pueden producir enfermedades del aparato respiratorio que van desde el resfriado común a la neumonía grave.

Se trata de un virus ARN, de unos 150 nm de diámetro, de tipo envuelto, que contiene en su parte externa partículas proteicas alargadas formando una imagen de pétalos de una flor o corona (de ahí proviene su nombre). Estas partículas son las que fijan al virus sobre la superficie de la célula a infectar, luego penetra liberando su propio ARN en el citoplasma, allí ocurre la copia y duplicación del material genético originando varias unidades nuevas que se re-envuelven de lípidos y son liberadas al exterior:

El coronavirus aparece entre los virus encontrados en animales que pueden pasar al ser humano; en los últimos tiempos ha generado epidemias como las de 2002 y 2012 en China y Medio Oriente, relacionadas con el SARS (siglas en inglés de síndrome respiratorio agudo severo).

En diciembre de 2019 se reportó una nueva variedad que tuvo origen en la ciudad de Wuhan, China. Se caracteriza por ser muy fácilmente transmisible de persona a persona, lo cual derivó en una rápida expansión llegando en pocos días a contagiar a miles de personas, además se dispersó a otros países por contagio de personas que viajaron. En febrero de 2020 ya había casos en USA, México, Italia e Irán, de los cuales muchos fueron fatales especialmente en Italia.

A la enfermedad ocasionada por este virus se la denomina COVID19, coronavirus desease (enfermedad en inglés) 2019. En los casos estudiados se observan algunos patrones:

– Se trasmite de persona a persona por las gotitas expulsadas al toser o estornudar.

– Los síntomas son: dolor de garganta, fiebre, tos, malestar general; puede presentarse como resfrío común.

– Puede trasmitirlo una persona asintomática, pero es poco probable puesto que la tos es uno de los síntomas.

– La vía de ingreso del virus al organismo puede ser boca, nariz u ojos.

– El virus puede permanecer en las manos de la persona que estuvo en contacto con un paciente infectado, o aún con una superficie contaminada.

– La enfermedad puede afectar sólo el tracto respiratorio superior y en ese caso no presenta complicaciones y evoluciona como resfriado en forma benigna. Pero si afecta la parte baja, es decir los pulmones, produce una neumonía grave que en algunos casos resulta fatal. Se ha observado más mortalidad en individuos de más de 70 años y/o inmunodeprimidos.

Medidas profilácticas:

Puesto que no existe al momento una vacuna para este virus, ni tampoco un tratamiento específico para la enfermedad que produce, la única medida para limitar sus efectos es la PREVENCIÓN.

Las recomendaciones que dio la OMS (Organización Mundial de la Salud) respecto de este tema son:

– Evitar, en lo posible, el contacto con personas que pudieran estar contagiadas.

– Lavarse las manos con frecuencia, con agua y jabón de modo que la operación lleve más 30 seg, friccionando entre los dedos.

– Utilizar productos sanitizantes a base de alcohol 70% (*) en forma de gel o loción, dispersándolos en las manos como se indica en el caso del lavado.

– Si una persona contagiada estuvo en contacto con una superficie, ésta debe ser desinfectada con productos aprobados como desinfectantes con efecto virucida comprobado por ej. oxidantes (**) como el cloro, MPP (monopersulfato de potasio), etc.

No se recomienda el uso de barbijo para prevenir el contagio, el mismo debe usarlo la persona contagiada aunque no presente síntomas para evitar que de su boca se dispersen gotas con el virus.

(*): Tanto el alcohol etílico como el isopropílico, en concentraciones de 60 a 90 % en volumen, actúan desnaturalizando la membrana lipídica y las proteínas de modo que inactivan bacterias y virus.

(**): Los agentes desinfectantes oxidantes actúan en forma no selectiva modificando irreversiblemente las estructuras moleculares de cadenas de proteínas y de ADN o ARN. Por lo tanto tienen actividad bactericida, fungicida y virucida; utilizados en los tiempos y concentraciones que indica el fabricante.

Bibliografía consultada:

Medical Microbiology and Infection,  Gillempsie – Bamford 4ª Ed. © 2012

Sherris Medical Microbiology, Ryan – Ray 5ª Ed. ©2010

Lic. Nicolás Di Lalla, 12 de  Marzo de 2020

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